Un pequeño homenaje a aquel hombre
que desahogó un día sobre la mesa,
entre botellas y lágrimas,
su sentimiento más profundo…
Una noche me confió un alegre bohemio
mientras compartíamos alegres vasos:
incomprendidos son los de mi gremio,
pues damos todo y en todos los casos…
Abandonados somos cuando trabajamos
y en nuestro ascenso, nos cortan la pita,
más nunca verás que las manos bajamos.
¡Somos necesarios aunque nadie lo admita!
No soy cobarde – me dijo – pero lloro
con las lágrimas de un verdadero hombre;
y hasta que nazca el torero para este toro,
seguiré mi senda sin importar el renombre
No soy educado porque me falta escuela
y a lo mejor también podré ser algo fiero;
más les agrade, les guste o bien les duela,
sé cubrirme hasta del más duro aguacero
Cuando mi pasar por la vida haya concluido
no remojen la tierra de mi tumba con llanto;
yo no vine a este mundo en penas recluido,
sino a ofrecer toda la algarabía de mi canto
Decoren mi féretro y mortaja de colores;
y si de un discurso me hacen beneficiario,
que hable de alegría, más nunca de dolores.
¡Así compartiré su júbilo desde el frío osario!
viernes, 7 de septiembre de 2007
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