Media noche, el día anterior ya cerró su grillete;
en el tugurio la sed rebozó los alcohólicos vasos;
ahora tiene que caminar en el zigzag de sus pasos
y en el bolsillo queda todavía un arrugado billete
Guiado al callejero enjambre por apetito distinto,
algunas siluetas esperan tras las penumbras oscuras
que invitan, como a féretro invitan las sepulturas.
¡El abrevadero de la carne busca su inicuo instinto!
Sesgo de tenue luz que en esquina halla acomodo;
un trato sellado y dinero que cambia de mano;
se ha contratado a la máquina del placer humano,
para poseer efímero amor, de tan falso modo…
En este mundo donde cada cosa tiene su precio,
hasta el veneno impío de la calle debe ser tasado;
y en el ebrio albedrío de no sentirse amarrado,
con riesgo temerario, encontrará muerte el necio
viernes, 9 de noviembre de 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario