viernes, 14 de agosto de 2009

HONORABLE DAMA

Dedicado con especial motivación
a una cerda que lleva, consigo,
inmundicia en el alma y estiércol
de otro marrano en su sucia piel


En aciagas noches de estrellada soledad,
soñaba satisfacer sus carnes de indecencia,
de fiebre uterina y vulgar concupiscencia,
rogando ávida por un poco de virilidad

Trajinó el reloj del tiempo, que pasa raudo,
sobre su envoltorio ínfimo y contrahecho.
Su artificial decoro, en el conyugal lecho,
depositaba siempre a muy buen recaudo

Y esa morfología de escarcha y de hielo,
con ágil trote en pos de ridícula pasión,
corre tras el semental que odia esa prisión.
¡Cuán repugnante es su mundo y su cielo!

Desordena sábanas de cama clandestina
con alimañas que nadie aceptaría intimar;
puesto que ni ratas siquiera osarían asomar
a ese revolcadero de lujuria fea y nada fina

Mañana, con la columna torcida y encorvada,
la inicua pretenderá convencer a la postrera,
con argumentos y rictus de sonrisa rastrera,
que fue digna dama, y digna entra a su morada

Engañar al sepulcro será engaño fallido;
pues, en su corazón frío de cemento y loza
tan sólo en verdad conmovedores reposan,
carne pútrida y osamenta, polvo y olvido