martes, 11 de septiembre de 2007

CAMIONERO

De tu propia patria, eterno turista;
en rugiente y pesada máquina montado,
con el bello paisaje deleitas la vista
de alba brillante y ocaso anaranjado


Hombre de dura, vivaz y atenta mirada;
tu forzado uniforme... viejo pantalón,
tu camisa... de aceite y grasa manchada,
tu posada... el alto camarote del camión


Giras y esparces tu vida y tu ciencia,
dentro de pequeño volante circular;
tu virtud ... tediosa y larga paciencia,
tu pena... infinita soledad particular


En ese transitar de huecos, piedras y barro,
transcurre el azar de tu dura jornada;
entre el metal, pernos y gomas de tu carro,
conduces tu alma a la meta de la nada


Cual cometa que vuela al ras de la tierra,
surcas las amplias planicies y delgadas veredas.
Y desde el cálido llano hasta la helada sierra,
dejas atrás amores fugaces, sueños y polvaredas


Más allá de tu estela, postrero siempre queda,
el calor de hogar que eternamente añoras;
al final trazado debe llegar tu carga que rueda,
sin importar las semanas, los días ni las horas


Con el bajo sonido de bramante bocina,
anuncias tu presencia rauda y mágica;
pues, en cada curva y en cada esquina,
espera el peligro de fatalidad trágica


¡Prudencia...! Puede que un día o una noche,
en esos raros avatares que guarda el destino,
las trillas del ciempiés de tu enorme coche,
no dejen ya sus huellas sobre el frío camino